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QALB.

La Casa de Allah está en el corazón del creyente.



"...and sanctify My house for those who compass It round, or stand up, or bow, or prostrate themselves (therein In prayer). "
(AI-Hajj:26)









La voz qalb, derivado de la raíz q-l-b, que en árabe significa tanto ‘corazón’ como ‘fluctuación’, ‘cambio perpetuo’ e ‘inversión’ entre otras acepciones, y que obtiene especial importancia en el sufismo.

Este movimiento, tras varios siglos de exégesis coránica en primera instancia con la forma de un lenguaje donde se reúne la hermenéutica con la experiencia, se funda como escuela literaria en el siglo IX y tiene su punto de partida en la obra de Abu-l-Hasan al Nuri de Bagdad ‘Moradas de los corazones’.

En ella qalb queda asociado con el órgano sutil de percepción mística, entendido como receptáculo cristalino y proteico de todas las epifanías o atributos de Dios, sin embargo, la noción cambiante y especular del corazón es anterior en el Islam y está presente en alguno de los hádices o dichos del profeta: “El Corazón del Creyente está entre dos dedos del Todopoderoso” (B. Furuzanfar: “Ahadith-i Mathnawi”, Teheran 1956, Hadith Nº 13) Hadith reformulado por Al-Bujari para explicar la volubilidad del corazón: “El corazón (qalb) del hijo de Adán se encuentra entre dos dedos de Dios. Cuando Él quiere hacerlo fluctuar (taqlib) lo hace fluctuar” (López-Baralt 1999: 42) – lo cual constituye el antecedente de mayor importancia para su desarrollo posterior como motivo, en autores como Al-Ghazali y Al-Makki (siglo X), Ruzbihan Baqli y al-Kasani (siglo XI), hasta llegar a Naym al-Din Kubra e Ibn Arabi (siglo XIII).







Al-Kubra es uno de los que más insiste en la condición cambiante de qalb, para quien no presenta una forma que lo defina sino la que adopta de la realidad que en él se refleja, condición que le permite refractar la manifestación simultanea de los infinitos atributos de la Divinidad rescatando su unidad en la multiplicidad de Su creación:

Has de saber que la sutileza del corazón [qalb] se debe a la ductilidad con la que fluctúa de estado en estado. Como el agua, adquiere el color del receptáculo que la contiene, o como el cielo, queda matizado por el color de las montañas. […] Por eso es que se llama corazón [qalb], por su capacidad de fluctuación. Tambien se llama corazón, porque es el centro [qalb] de la existencia y del sentido de todas las cosas. El corazón, [qalb] es sutil y acepta el reflejo de las cosas y de los sentidos que lo rodean. Así, el color de aquello que se acerca a esta realidad sutil que es el corazón [qalb] toma su misma forma, de la misma manera que las formas se reflejan en un espejo de aguas claras. Y por esto se llama corazón, porque es la luz del centro [qalb] del pozo de la existencia cambiante [qalib], como la luz que encontró José en el pozo.

Naym al-Din al-Kubra, Al-Fawat’ih al-Yamal wa Fawatih al-Yalal (‘Las eclosiones de la Belleza y los perfumes de la Majestad’).










Ibn Arabi de Murcia (1165/1240), postuló la importancia del corazón y su mutabilidad en su acercamiento a la realidad divina:

Mi corazón es capaz de adquirir cualquier forma: es un pasto para gacelas y un convento para monjes cristianos, / Y un templo para ídolos y la Kaba del peregrino y las Tablas de la Torá y el libro del Corán./ Yo sigo la religión del Amor: donde quiera que vayan los camellos del Amor, ahí está mi religión y mi fe.




Sobre esto Michael Sells apunta:

El corazón que es receptivo de cualquier forma está en un estado de perpetua transformación, y se amolda y convierte en cada una de las formas perpetuamente cambiantes en las cuales la realidad incondicionada de Dios se revela a sí misma. Pero para lograr un corazón receptivo de toda forma es necesario someterse a un proceso continuo de obliteración del yo individual en el ‘yo universal’. (Cf. Sells 1994: 293)

Extractos de Luce López-Baralt en su introducción a: ‘Moradas de los corazones’de Abu-l-Hasan al Nuri de Bagdad .